domingo, 20 de septiembre de 2009

El Dictamen Pericial en materia de Psicología Forense

El Dictamen Pericial es el resultado final de la intervención de un perito; es la opinión técnica, científica o profesional que emite un experto en cualquier arte, ciencia, profesión o actividad con respecto al análisis o examen realizado a un planteamiento sometido a su conocimiento respectivo, en este caso, el perito en materia de Psicología Forense.

El Dictamen psicológico es entonces el resultado de una evaluación psicológica. A lo largo de la práctica como perito, y sobre todo en las intervenciones como perito tercero en discordia, he visto diferentes formatos de dictamen, desde machotes con cuadros de opciones donde se pone paloma o tache según lo encontrado en una entrevista hasta reportes de investigación que bien pudieran aparecer en una revista científica.

Por otra parte, he visto formatos de dictamen del tipo "estándar", es decir dichos formatos son aplicados para cualquier tipo de intervención en materia de psicología forense, o sea que se aplica en mismo formato de dictamen para evaluaciones en casos de violación, secuestro, abuso sexual infantil, entre muchos otros y lo que puede suceder con estos formatos es que se puede caer en algún tipo de sesgo en la información que puede afectar el resultado final de la evaluación. Aquí es necesario reconocer que cada evaluación debe tener sus propias variantes en la metodología a aplicar, pues definitivamente no se puede aplicar la misma metodología para evaluar a un menor de edad víctima de abuso sexual infantil, a un adulto víctima de secuestro, o a un mujer víctima de una agresión sexual por tal motivo no se puede tener un formato definitivo para todo tipo de evaluación psicológica, sino que se debe establecer un protocolo de evaluación psicológica para los diferentes tipo de intervención posibles en materia de psicología forense.

De tal manera que se debe evitar seguir un formato estándar para la realización de una evaluación psicológica. Lo recomendable es seguir los protocolos establecidos para cada caso que ya se han aplicado por asociaciones nacionales e internacionales para los diferentes tipos de temas a investigar, por ejemplo, el "Protocolo de Estambul" marca los lineamientos a seguir para investigar casos de posible tortura, en el caso de abuso sexual infantil existe varias ONG´s que proponen diferentes protocolos para estos casos, de igual manera sucede con los protocoles de atención a mujeres violadas. Así pues como parte de la preparación previa para intervenir en una evaluación psicológica está la investigación de la literatura relativa al tipo de intervención que se va atender incluida la revisión de los protocolos usados y recomendados por organizaciones especializadas en dicha temática.

jueves, 17 de septiembre de 2009

¿Cómo selecciona el pedófilo a su víctima?

"El ofensor sexual que siente el impulso de satisfacer sus impulsos sexuales con un menor va a tener que seleccionar a su víctima de la misma manera que lo haría cualquier criminal, no va a exponer su vida o su libertad de manera tan insensata como para hacerlo con el primero que se le aparezca. Tiene que haber un pensamiento previo o bien una preparación.
Cuando se trata de seducir o conseguir la aceptación sexual de un infante o menor de edad, es decir, la aceptación de ser violado en la intimidad emocional o física, el niño tiene que tener ciertas características. Definitivamente el agresor sexual no lo haría con todos.
Todos los niños tienen diferente carácter, existen niños que no se dejarían tocar ni un cabello y otros que pueden ser víctimas y pueden sucumbir ante una tentativa de abuso. Estos niños van a presentar muchos síntomas en la personalidad: la timidez, el retraimiento, el aislamiento, quizá la falta de alegría de vivir, la aparente necesidad de protección. Estos en la mira de un pedófilo son la víctima ideal y va a empezar el proceso de seducción en el que se acercaran y dirán: ¿Qué te pasa? ¿Que tienes? ¿Que necesitas? Yo te puedo ayudar, yo puedo ser tu amigo, yo te quiero. Así van ganando la confianza de la víctima. Éste no es el violador desconocido que se va a encimar brutalmente sobre el cuerpo de la víctima. No, aquí hay otro proceso en el que se selecciona a la víctima porque la víctima al igual que el ofensor también tiene una patología". (Lammoglia, 2002).
Existen personas que no saben manejar sus instintos y se fugan en el momento de peligro haciendo actos insensatos. Lo mismo ocurre con muchas víctimas del abuso sexual que se quedaron paralizadas porque no supieron manejar su emoción y se evadieron por caminos falsos. Como el silencio, la prudencia o la parálisis.
Una vez que esto sucede, viene el sentimiento de culpa y cuando éste se desarrolla es un freno para todo. Provoca un pánico que mantiene a la víctima callada. La víctima piensa que fue ella quien propició todo. Y esto es lo que buscaba el pedófilo, un niño con un patología que le impidiera evitar sus ataques, pero sobre todo un niño que pudiera manipular y que no lo delatara.(Lammoglia, 2002).

lunes, 14 de septiembre de 2009

Resiliencia y Psicología Forense

En la práctica profesional como Psicólogo Forense me ha tocado en varias ocasiones evaluar a dos o más personas víctimas de un mismo suceso traumático o delictivo. Pasando por el abuso sexual infantil en dos hermanos, a la tortura a dos internos de un reclusorio o al secuestro de cinco personas en momentos diferentes pero por una misma banda de secuestradores, entre otros casos, en estas intervenciones me he encontrado con algo que inicialmente me sorprendió y que ahora comprendo.

En esos casos encontré que dos personas que sufrieron un mismo evento traumático no presentaban las mismas consecuencias emocionales, llamaba mucho mi atención como algunas de estas personas se mostraban con un estado emocional completamente afectado, mientras que otras, no solo no mostraban síntoma alguno de alteración psicológica,  sino que llegaban incluso a manifestarse sorprendentemente tranquilas y lucidas y aún más, fortalecidas con la experiencia vivida, como mostrando haber superado un obstáculo más en su vida. Hubo incluso algunas que llegaron a bromear sobre la situación.

Inicialmente llegué a pensar incluso que estaban inventando o mintiendo en relación a su versión de los hechos, pues el sentido común indica que cualquier víctima de un evento traumático o delictivo debe presentar síntomas relacionados con ansiedad, tristeza, depresión, miedo, temor, llanto, etcétera y que de no presentarse estos estados emocionales significaría que estos no sucedieron o incluso que se ha realizado un denuncia falsa.

Incluso la literatura relacionada con los diferentes tipos de actos delictivos, los libros y artículos científicos sobre violación, tortura, secuestro, abuso sexual infantil, agresiones físicas, violencia intrafamiliar, etcétera, casi siempre son catálogos de la sintomatología que las víctimas de estos eventos van a presentar. Pocos autores hacen la aclaración de que pueden existir personas en las cuales no aparecerá una afectación psicoemocional como secuela de una agresión sufrida o de un evento traumático vivido.

Las personas que no presentan alteraciones emocionales después de haber vivido un accidente o evento violento no significa que no sean víctimas de tales hechos, sino que presentan una característica de personalidad conocida como Resiliencia, la cual les da la fortaleza psicológica de sobrevivir situaciones adversas.

Esta característica de personalidad hace que niños que han sido víctimas de abuso sexual infantil, mujeres  agredidas sexualmente, hombres torturados, empresarios secuestrados logren seguir adelante con sus vidas como si nada hubiera pasado mientras que otras personas se hunden en profundas depresiones, o son diagnosticadas con trastornos de ansiedad o del tan mencionado síndrome de estrés postraumático.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Esquizofrenia y Psicología Forense



La característica principal de la esquizofrenia es la pérdida del contacto con la realidad, en donde la persona presenta alucinaciones, percepciones olfativas, auditivas o visuales que distorsionan la realidad.

Una persona con esquizofrenia, generalmente, manifiesta un pensamiento desorganizado, delirios, alteraciones perceptuales (alucinaciones), alteraciones afectivas, del lenguaje y conductuales. El diagnóstico se basa en las experiencias reportadas por el mismo paciente y en el comportamiento observado por el examinador. No existen en la actualidad alguna prueba de laboratorio para el diagnóstico de  esta enfermedad.

En algunas ocasiones estas personas se presentan ante los juzgados y agencias del ministerio público o hacen denuncias ante las diferentes corporaciones policiacas de delitos relacionados con sus alucinaciones o alteraciones perceptuales. Al momento de dar sus declaraciones su lenguaje e ideas son incoherentes. En estos casos es cuando las autoridades pueden requerir la intervención del Psicólogo Forense. La autoridad correspondiente necesita que el psicólogo la oriente para saber si da inicio a la investigación del delito o canaliza a la persona a otra instancia. Pero este tipo de intervenciones son especiales, pues no se le puede decir a la persona que va a estar presente un psicólogo, pues ya de por sí, puede traer ideas paranoides, por tal motivo se recomienda que el psicólogo esté presente durante la diligencia de declaración sin que la persona sepa en realidad cual es el propósito de su intervención.

Una vez que el perito escucha el discurso y observa el comportamiento de la persona, puede emitir una opinión profesional respecto al estado emocional y mental de dicha persona. Sin embargo no se hace una evaluación psicológica completa. Por lo tanto no se emite un dictamen de evaluación psicológica, pues este carecería de la metodología necesaria para tal documento. En este caso se emite un informe u opinión técnica respecto de lo observado durante la declaración. Para efectos prácticos se ha mencionado que la persona presenta algún tipo de enfermedad mental que no se puede determinar y que se recomienda la intervención de un Psiquiatra. De esta manera la autoridad correspondiente podrá actuar de acuerdo con las circunstancias.

jueves, 10 de septiembre de 2009

La utilización del MMPI 2 en ambiente forense.

El Inventario Multifásico de la Personalidad Minnesota-2 es una de las mejores herramientas con las que puede contar el Psicólogo Forense, es uno de los instrumentos más usados a nivel mundial en la psicología forense. Sin embargo como toda prueba se debe tener muy en cuenta sus alcances y limitaciones y usarlo con la mayor cautela.

En su libro MMPI-2 "Guía para principiantes", James N. Butches hace la aclaración al respecto: "El MMMPI-2 resultará muy importante para evaluar a pacientes en valoraciones relacionadas con un tribunal de justicia. La mayoría de las personas que realizan la prueba en esta situación tienen una motivación a presentarse de maneras particulares. Por ejemplo, en casos donde podrían obtenerse recompensas económicas al demostrar "angustia psicológica grave", el paciente podría estar motivado para confirmar un rango extremo o un número excesivo de síntomas o problemas. O en situaciones donde es importante parecer psicológicamente sano, como en el caso de disputas por obtener la custodia de los hijos, la persona puede dar una apariencia falsa, favorable de sí misma o de su adaptación. Los indicadores de validez de la prueba proporcionan información muy útil, acerca de las motivaciones de la persona en la valoración".

Por otra parte al momento de decidir aplicar la prueba se debe tener muy presente cual es el objetivo de la aplicación de la misma. Púes la prueba no se puede aplicar como receta de cocina a todas las personas ni en todos los casos. Debemos tener siempre presente que el MMPI-2 no se ha diseñado para todas las conductas o características que son de interés de los psicólogos. Con esta prueba no se pueden detectar cualidades o estados de inteligencia, la existencia de trastorno cerebral orgánico o la probabilidad de cometer un comportamiento violento.

Antes de aplicar la prueba, si nunca se ha aplicado, deberemos antes leer muy bien el manual, y si ya se ha utilizado debemos estar consultando constantemente el manual y la bibliografía existente.

El MMPI-2 se deberá aplicar siempre en un sitio cómodo y privado, lejos de distracciones, siempre en un ambiente controlado, no se deberá dar nunca al cuadernillo al evaluado para que se lo lleve a su casa o permitirle que se lo lleve a un ambiente demasiado ruidoso o concurrido como una sala de espera y mucho menos se le debe permitir que esté junto con otra persona a la que le pueda pedir su opinión respecto de como contestaría ella alguna de las preguntas.

Se debe estar completamente seguro de que la persona cuenta con la capacidad de lectura necesaria para comprender el contenido de los reactivos, como mínimo se considera un nivel escolar de secundaria. En caso contrario y de considerar que es indispensable aplicar la prueba el psicólogo podrá leer todos y cada uno de los reactivos, sin embargo se deberá uno asegurar de que entiende perfectamente los planteamientos. Pero esto puede ser demasiado tardado y se deberá hacer en un ambiente privado, pues de lo contrario podrá sentir que su intimidad es invadida si siente que alguien más puede estar escuchando sus respuestas, lo cual afectará de manera directa las escalas de validez y puede incluso invalidarse la prueba.

martes, 8 de septiembre de 2009

La histerectomía y la psicologia

La histerectomía es una operación quirúrgica consistente en la extirpación del la matriz. Según lo referido en literatura especializada, las mujeres que son sometidas a este tipo de operaciones tienen repercusiones de tipo psicológico.

Para la mujer el valor simbólico del útero y el papel fisiológico que juega este órgano en la sexualidad femenina es de gran importancia. La pérdida del útero a menudo despierta sentimientos ambivalentes conscientes o inconscientes vinculados con su valor simbólico. Por ejemplo, se han encontrado que la preocupación por la pérdida de los órganos reproductivos es mayor que la relacionada con la pérdida de otros órganos intra-abdominales. La pérdida de los órganos reproductivos puede desorganizar el yo, afectando subsecuentemente las actitudes hacia la integridad corporal, la atracción sexual, y el concepto sobre la propia feminidad como una reacción a la pérdida de la capacidad de tener niños.

Estas mujeres pueden llegar a manifestar síntomas emocionales como ansiedad, intranquilidad, insomnio, preocupaciones y pensamientos depresivos. La depresión es aparentemente precipitada por un evento traumático (la histerectomía), visto por la mujer como una amenaza a su autoestima, a su autoimagen y a su rol social preoperatorio.

Las mujeres sometidas a este tipo de intervenciones médicas presentan fantasías relacionadas con varios aspectos, entre las fantasías más frecuentemente, estan: de mal desempeño sexual en el futuro: "no seré útil para los hombres”; de desvalorización: "una ya no es más mujer"; de vacío corporal: "me van a destripar la matriz, me subirá la tensión porque no tendré regla”.

Este tipo de operaciones puede crear en la mujer una serie de pensamientos e ideas que le generaran conflictos emocionales de consideración, como lo expone el siguiente testimonio.

“me siento una persona incompleta después de que me quitaron la matriz y los ovarios, siento que ya no le soy útil sexualmente a mi esposo y creo que debido a eso mi esposo puede pecar, pienso que debido a eso puede pecar con otra persona por su necesidad, he soñado que dice que me va a dejar, por eso de que ya no tenemos vida íntima, desde la operación ya casi no tenemos vida íntima”.

Los elementos anteriormente descritos se pueden relacionar directamente con síntomas de ansiedad y tristeza.

Por otra parte, Álvarez y Cruz, citan a autores como Roeske (1978), y Malcolm Malcolm (1993) quienes señalan los siguientes factores relacionados con un mal pronóstico para la salud mental después de una histerectomía.

• Identidad de sexo (las hiperfemeninas tienen un peor manejo),
• reacciones adversas previas al estrés,
• episodios depresivos previos,
• depresión u otra enfermedad mental en la familia de origen,
• antecedente de síntomas físicos múltiples (sobre todo lumbar),
• muchas hospitalizaciones y cirugías,
• edad inferior a los 35 años en el momento de la histerectomía,
• deseo de un hijo o más,
• anticipación de que la cirugía producirá una pérdida de interés y satisfacción en el coito,
• actitud negativa del esposo u otra persona importante hacia la histerectomía,
• insatisfacción e inestabilidad maritales,
• actitudes culturales y religiosas desaprobatorias,
• falta de compromiso vocacional o recreativo.

Sobre la violencia intrafamiliar y otras definiciones

De la revisión de bibliografía relacionada con el tema de la violencia familiar, se puede encontrar uno con que diversos autores e instituciones nacionales e internacionales la han nombrado de diferentes formas, se puede encontrar cono violencia intrafamiliar, violencia doméstica, violencia de género, violencia hacia la mujer, violencia contra la mujer infringida por su pareja, etc. En el Informe del “Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia domestica” de la Organización Mundial de la salud se define a la violencia contra la mujer infringida por su pareja como “la violencia física, sexual y psíquica y los comportamientos dominantes por parte de sus parejas actuales o anteriores y comprende su situación actual de las mujeres como sus experiencias anteriores”.

En dicho informe se analiza los diferentes tipos de violencia, de los cuales se hace la siguiente clasificación:

La violencia física se define en función de la siguiente lista de actos violentos infligidos por la pareja, donde la mujer había sido:
• abofeteada o le habían arrojado algún objeto que pudiera herirla;
• empujada o le habían tirado del cabello;
• golpeada con el puño u otra cosa que pudiera herirla;
• golpeada con el pie, arrastrada o había recibido una paliza;
• estrangulada o quemada a propósito;
• amenazada con una pistola, un cuchillo u otra arma o se había utilizado cualquiera de estas armas contra ella.

La violencia sexual se define en función de los tres comportamientos siguientes:

• ser obligada a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad;
• tener relaciones sexuales por temor a lo que pudiera hacer su pareja;
• ser obligada a realizar algún acto sexual que considerara degradante o humillante.

Haciendo mención de que se puede considerar que el maltrato psíquico puede ser más devastador que la violencia física. Los actos específicos de maltrato psíquico infligido por la pareja que se mencionan son los siguientes:

• ser insultada o hacerla sentirse mal sobre ella misma;
• ser humillada delante de los demás;
• ser intimidada o asustada a propósito (por ejemplo, por una pareja que grita y tira cosas);
• ser amenazada con daños físicos (de forma directa o indirecta, mediante la amenaza de herir a alguien importante para la mujer).

Finalmente se menciona que los hombres que infligen maltratos psíquicos a sus parejas también registran un porcentaje elevado de comportamiento dominante, mismo que se presenta de la siguiente manera:

• impedirle ver a sus amigas;
• limitar el contacto con su familia carnal;
• insistir en saber dónde está en todo momento;
• ignorarla o tratarla con indiferencia;
• enojarse con ella si habla con otros hombres;
• acusarla constantemente de serle infiel;
• controlar su acceso a la atención para la salud.


En el Informe Mundial Sobre la Violencia y la Salud de la OMS, se hace un resumen, basado en datos de la bibliografía científica, las consecuencias que se han asociado con la violencia masculina en la pareja. Las cuales son presentadas de la siguiente forma:

Físicas
Lesiones abdominales y torácicas, moretones e hinchazón, síndromes de dolor crónico, discapacidad, fibromialgia, fracturas, trastornos del aparato digestivo, síndrome del colon irritable, desgarros y abrasiones, lesiones oculares, mengua de las funciones físicas.

Sexuales y reproductivas
Trastornos del aparato genital, esterilidad, enfermedad inflamatoria de la pelvis, complicaciones del embarazo, aborto espontáneo, disfunción sexual, enfermedades de transmisión sexual, entre ellas la infección, por el VIH/SIDA, aborto practicado en condiciones peligrosas, embarazo no deseado.

Psíquicas y del comportamiento
Abuso de alcohol y otras drogas, depresión y ansiedad, trastornos de los hábitos alimentarios y del sueño, sentimientos de vergüenza y culpabilidad, fobias y trastorno por pánico, inactividad física, poca autoestima, trastorno por estrés postraumático, trastornos psicosomáticos, hábito de fumar, comportamiento suicida y daño autoinfligido, comportamiento sexual riesgoso.

Consecuencias mortales
mortalidad relacionada con el SIDA, mortalidad materna, homicidio, suicidio.

El efecto de la prisión en los reclusos

Cuando una persona es ingresada a una institución carcelaria va a sufrir una experiencia traumatizante que va alterar su estado emocional de manera inevitable. Este fenómeno ha sido estudiado a lo largo del tiempo por muchos investigadores y se le ha denominado de diferentes maneras entre ellas “carcelazo”, efecto de prisionización, e incluso se ha descrito como un proceso de duelo por la pérdida de la libertad.

El término carcelazo de usa en el ámbito de la criminalística e incluso es conocido así por los mismos reclusos, Pablo Rojas afirma que: “la cotidianeidad de la cárcel “es brutal”, y que no hay nadie exento del “carcelazo”, como se le dice en el argot carcelario a la depresión producto de vivir encerrado”. En el mismo sentido Víctor A. Payá considera que: “Es usual que, cuando los familiares se retiran del penal, el estado de ánimo del prisionero decaiga. Los internos saben bien de este problema depresivo al que denominan con el apelativo de “carcelazo”.

Elena Azaola y Cristina J. Yacamán, consideran en su libro Las mujeres olvidadas que “es preciso tomar en cuenta que las mujeres que pierden su libertad necesariamente atraviesa por un proceso de duelo que se traduce en apatía, depresión, angustia y rebeldía, proceso que inevitablemente la coloca en una posición de conflicto”.

En el trabajo “Encierro y resistencia en las cárceles de mujeres en Argentina” sus autoras describen el duelo por la pérdida de la libertad, de la siguiente manera:

La vida cotidiana, la del afuera antes del encarcelamiento, ha muerto y lo que sigue es el duelo. Un duelo que las presas describen como "muerte en vida", un prolongado período de depresión, de apatía, de angustia y de rebeldía. ¨¿Cómo sobrellevar la pérdida y soportar la angustia de esta nueva realidad que ni siquiera logra constituirse como tal para la persona? Imperceptiblemente, se pondrán en funcionamiento mecanismos de defensa con el fin de procurarse alguna forma de auto-protección. Los más usuales son las negaciones: "no voy a pedir que me traigan ropa porque me voy en dos días"; las racionalizaciones: "esto es un error, se equivocaron de persona"; y las proyecciones: ¿qué hago yo acá rodeada de delincuentes?”.

Posteriormente describen las etapas del duelo por las que pasan las mujeres en reclusión ante el choque emocional

La primera reacción es la incredulidad. Posteriormente, sobreviene la agresividad, la rebeldía. La manipulación es lo que caracteriza a la tercera etapa, en la cual comienzan los intentos de negociación para conseguir la libertad, presionando a los allegados, a los abogados, etc. Luego, la depresión y, con ella, un sentimiento de culpabilidad, especialmente en relación a los hijos y a la familia, se apodera de las mujeres presas, que caen en la apatía, duermen todo el día o recurren a drogas. Finalmente, la aceptación es, por lo general, muy dificultosa para estas mujeres que en lo que observamos parecen recorrer repetidas veces las cuatro primeras etapas.” (sic).

Las personas que ingresan en un centro penitenciario se encontraran en un ambiente caracterizado por el aislamiento afectivo, la vigilancia permanente, la falta de intimidad, la rutina, las frustraciones reiteradas y una nueva escala de valores que entre otras cosas, condiciona unas relaciones interpersonales basadas en la desconfianza y la agresividad. Estos someten al recluso a una sobrecarga emocional que facilitará la aparición de desajustes en su conducta en el mejor de los casos, cuando no la manifestación de comportamientos francamente patológicos, sobre todo si previamente ya había una personalidad desequilibrada, en el momento de la entrada en prisión (Arroyo y Ortega, 2009).

La entrada en la cárcel pone en marcha un proceso de adaptación al entorno penitenciario, que muchos autores llaman prisionización y que se divide en tres niveles de afectación, el primero consiste básicamente en un comportamiento regresivo, inmaduro, ansioso e inestable desde el punto de vista afectivo como respuesta a la entrada a una Institución Total como es la cárcel. En caso de fallo adaptativo, un segundo estadio daría paso a verdaderos desórdenes de conducta, fundamentalmente marcados por comportamientos agresivos, aparición de un deterioro afectivo depresivo o la presencia de episodios relacionados con trastornos de ansiedad en diferentes manifestaciones, bien somatizadoras, bien en forma de episodios ansiosos agudos. En un tercer nivel de este proceso de deterioro, aparecerá una patología mental severa, con brotes psicóticos, trastornos afectivos severos, reacciones vivenciales anormales o graves crisis de ansiedad e inadaptación a la prisión, lo que aconsejaría el ingreso hospitalario del recluso (Arroyo y Ortega, 2009).

En una intervención en el ámbito carcelario no se deben olvidar cuales son los efectos de la prisionización, los cuales son observable a distintos niveles (Del Rincón y Manzanares, 2004).

- Biológico: aumentos del instinto de ataque al no ser posible la huida, problemas para conciliar el sueño, problemas de privación sexual, sensoriales (visión, audición, gusto, olfato...).

- Psicológico: pérdida de la autoestima, deterioro de la imagen del mundo exterior debido a la vida monótona y minuciosamente reglada, acentuación de la ansiedad, la depresión, el conformismo, la indefensión aprendida, la dependencia,

- Social: contaminación criminal, alejamiento familiar, laboral, aprendizaje de pautas de supervivencia extremas (mentir, dar pena, etc.).

jueves, 3 de septiembre de 2009

Sobre la honestidad del evaluado en el ambito de la Psicología Forense


La situación existente entre el psicólogo forense y su evaluado durante la evaluación psicológica es muy particular. La diferencia entre una relación terapéutica psicólogo-paciente y la relación psicólogo forense-evaluado radica principalmente en la voluntad y los motivos personales con los que se presenta el individuo ante el psicólogo.

Mientras que una persona, que por diversas razones busca ayuda de un terapeuta para resolver algún conflicto emocional, acude al psicólogo de manera voluntaria y espontánea, en el caso forense el avaluado lo hace de manera casi involuntaria, ya que acude porque es un requisito legal dentro de una averiguación previa o un proceso judicial.

En la psicología netamente clínica, generalmente el paciente manifiesta mayor confianza en el psicólogo terapeuta, sus motivaciones pueden ser genuinas y van a estar orientadas principalmente a resolver un malestar psicológico que le afecta de manera personal. En este caso se va a establecerse una mayor confianza entre ambos, el paciente acude de manera totalmente voluntaria, sin presiones externas, sin motivaciones ocultas, sin límites estrictos de tiempo o de número de sesiones. Y está dispuesto a participar de manera honesta con las actividades inherentes a la terapia, participara de forma abierta, espontánea y honesta en la entrevista y ejecutara los test y las pruebas psicológicas sin intención alguna de manipularlas, pues su intención primordial es aportarle los elementos al terapeuta para que éste pueda aliviar sus conflictos emocionales.

Por el contrario, en el caso de la Psicología Forense, el evaluado no acude de manera espontánea y voluntaria, generalmente se presentará ante el psicólogo, porque es un requisito solicitado por algún agente del ministerio público o un juez. La relación entre el psicólogo y evaluado será por lo tanto menos estrecha, el evaluado vera al especialista regularmente dos o tres sesiones. La persona acudirá con el perito psicólogo con muchos temores, muchas dudas, en ocasiones en estado de shock, con su estabilidad emocional completamente alterada, y con su voluntad distorsionada para participar en el proceso de evaluación.

En el caso de los presuntos responsables de algún delito, estos son canalizados con un psicólogo forense para ser literalmente sometidos a una evaluación psicológica orientada a determinar, por ejemplo, el grado de participación en el delito que se analiza. En este caso la relación entre el perito y el evaluado será prácticamente obligada debido al mandamiento del ministerio público o el juez, y de esto estará completamente consiente el evaluado, quien supondrá que de los resultados de la evaluación puede depende su libertad o perdida de la misma. Por lo tanto tratara de manipular la información e intentara engañar al perito para demostrarle que él no fue capaz de cometer la conducta que se le imputa. Se presentará como un individuo emocionalmente estable, socialmente adaptado, tratará de ser declarado inocente.

En el caso de alguna víctima de algún delito, la persona acudirá al perito psicólogo obligada por situaciones adversas. Su estabilidad emocional se encontrará afectada, en muchos casos estarán en estado de shock. Existiendo una serie de emociones muy diversas, podrá tener miedo, angustia, tristeza, coraje, depresión, ansiedad y en muchos casos deseos de justicia y hasta de venganza.

Por lo tanto durante su evaluación, sus declaraciones podrán no ser completamente objetivas. Puede tener motivaciones específicas en cuanto a los resultados de la evaluación. En ocasiones el deseo de justicia o venganza podría influir para que trate de magnificar sus dolencias emocionales con la finalidad de reafirmarse como víctima del presunto responsable y que éste reciba el mayor castigo posible.

Teniendo esto en consideración el psicólogo forense deberá poner toda su capacidad profesional para identificar el grado de voluntad que el individuo manifiesta para participar en la evaluación psicológica. Para detectar si existe alguna motivación oculta para evadir una sanción u obtener algún tipo de venganza por las agresiones recibidas. Se debe estar muy atento para detectar si se está intentando manipular la evaluación y calificar el grado de honestidad con la que está participando.