Definitivamente, aun cuando las
dos especialidades forman parte del marco conceptual de la Psicología, la
psicología clínica y la forense presentan diferencias, aunque como aquella es más
antigua, algunos clínicos consideran que, con la experiencia adquirida en ese
campo, podrían intervenir como psicólogos forenses.
Al paso del tiempo y con la relevancia
que el campo de la psicología forense fue adquiriendo, salieron a flote los
contrastes con el área clínica.
En la actualidad un experimentado
psicólogo clínico dista mucho de ser un buen psicólogo forense y viceversa.
Existen importantes diferencias
en la metodología de una y otra especialidad.
Es relevante tener presente la
diferencia entre el paciente del clínico y el evaluado del forense.
Primordialmente la voluntariedad para participar en el proceso de evaluación y
tratamiento terapéutico.
Por otro lado, el aspecto del tiempo disponible en la terapia
psicológica clínica y el tiempo necesario en una evaluación psicológica
forense. Mientras el clínico realiza su proceso terapéutico por sesiones
semanales de 50 minutos en promedio. El psicólogo forense solo dispone de dos o
tres sesiones generalmente consecutivas con una duración aproximada de tres o
cuatro horas.
La documentación en una y otra
área es marcada, el especialista clínico considera como herramienta primordial
la aplicación de pruebas psicológicas. Mientras que, en contraparte, algunos
protocolos internacionales como el manual para la investigación eficaz de casos
de tortura específica que no existen pruebas psicológicas adecuadas para
analizar este tipo se problemática. En la intervención de los psicólogos en
otros tipos de intervenciones tampoco es primordial la aplicación de pruebas
psicológicas.
Por otra parte, el psicólogo
clínico no le brinda la atención primordial a la revisión y análisis de fuentes
documentales secundarias durante el proceso terapéutico, como lo hace el
forense con la revisión del expediente legal o jurídico.
Para el psicólogo forense serán
determinantes las fuentes de información del expediente en el proceso de evaluación
así como en la determinación de la aplicación de determinadas las pruebas
psicológicas específicas para el caso en cuestión.
Por ejemplo. Ninguna prueba
psicológica arrojará indicios objetivos y reales de que un hombre ha sido el
agresor sexual de una víctima como lo pueden hacer los indicios de semen
encontrados en las prendas íntimas de la víctima. Datos determinantes que el
psicólogo forense puede hallar al revisar el dictamen de química o genética contenidos
en el expediente legal, y que arrojan elementos importantes en la elaboración del
informe pericial.
Otra variable a considerar es
el espacial, refiriéndonos a éste como el lugar donde se lleva a cabo la
actividad profesional. Mientras el psicólogo clínico realiza la mayor parte de
sus terapias en un consultorio con las condiciones mayormente controladas. El
psicólogo forense por su parte realiza muchas de sus intervenciones en lugares
que escapan de su control, como pueden ser estaciones de policía, agencias del
ministerio público, fiscalías, cárceles y hospitales.
Finalmente, existen algunas
cuestiones metodológicas muy importantes que marcan diferencias entre el
clínico y el forense.
Generalmente el objetivo del
psicólogo clínico es analizar una problemática de su paciente, establecer un
diagnóstico y un posible tratamiento y llevarlo a cabo hasta dar de alta al
paciente.
Mientras el psicólogo forense va responder a una pregunta de investigación o planteamiento del problema que le es solicitado una autoridad. Por lo que no establecerá un plan de tratamiento específico y detallado a seguir y no realizara terapia psicológica a su evaluado.