Para
analizar las consecuencias psicológicas que pueden aparecer en las
personas que han sufrido la amputación de una extremidad el psicólogo forense
debe considerar varias cosas.
Primeramente,
en la actualidad el ser humano le da una valoración muy importante al
cuerpo humano, los estándares estéticos, sociales y psicológicos establecen la
necesidad de que los cuerpos de las personas estén integrados al 100%. Y la
pérdida de una parte del cuerpo supone la pérdida de funcionalidad dentro del
medio social, supone pérdida estética, perdida de oportunidades educativas y
laborales. Casi todo está concebido y diseñado para el ser humano
completo.
Las
amputaciones pueden ocurrir en tres formas básicas, amputaciones de nacimiento
o congénitas, amputaciones accidentales o traumáticas, que ocurren
regularmente en accidentes de tráfico y accidentes laborales y amputaciones por
enfermedades. Cada una de ellas trae consecuencias psicológicas diferentes.
Las
amputaciones de nacimiento traen consigo problemas para el desarrollo
psicológico cognitivo y social, sin embargo en este caso las
consecuencias psicológicas serán en primer instancia para los padres y el
grupo familiar del niño que nace con alguna atrofia corporal en alguna de
sus extremidades. Las repercusiones psicológicas en el menor se van ir
apareciendo conforme el niño va teniendo conciencia de su cuerpo y del apoyo
que tenga de sus padres y familiares va depender si existen consecuencias
negativas o no, generalmente este tipo de personas se va a ir adaptando a su
situación y va a estar mejor adaptado que las personas que sufren de una
amputación súbita.
En
el caso de las amputaciones por enfermedad, estas suceden en la mayoría de los
casos en personas de la tercera edad con complicaciones con enfermedades
crónicas-degenerativas como la diabetes y el cáncer y la amputación es
anticipada al paciente y regularmente tiene el objetivo de evitar
complicaciones mayores para la salud, mejorar la calidad de vida y en todo caso
evitar la muerte y el proceso de adaptación es menos complicado que en las
amputaciones traumáticas.
En
el caso de las amputaciones súbitas o amputaciones traumáticas como se les
denomina medicamente, estas ocurren, valga la redundancia, en un hecho
traumático, en un accidente automovilístico, en un accidente laboral, en un
atentado violento, en un ataque terrorista. En estos casos las consecuencias
psicológicas tienen mayores complicaciones dependiendo de las características
de cada persona, de su edad, su sexo, su estado de desarrollo, su actividad
laboral o profesional.
Puede
tener mayores afectaciones psicológicas si ocurre en una mujer que en un hombre
debido a las mayores exigencias estéticas en la imagen femenina. Las mismas
consecuencias de naturaleza estética pueden influir si ocurre durante la
etapa de la adolescencia, cuando el joven va cimentando su desarrollo personal
en sus características personales. Una amputación de una pierna puede tener
mayor afectación psicológica en un deportista que un profesionista.
Las
consecuencias psicológicas de una amputación traumática van a variar
dependiendo las características de personalidad del amputado.
En
todo caso una amputación es la pérdida de una parte corporal y como en
muchos casos una pérdida puede implicar un proceso de duelo por la extremidad
perdida. Pero el duelo no se restringe exclusivamente a la pérdida del miembro
dañado, sino a la pérdida de un estatus dentro de la sociedad, a la perdida de
la “normalidad”, a la perdida de apariencia estética, a la perdida de
funcionalidad corporal, a la pérdida de oportunidades, a la pérdida de la
“autoimagen”, con todas esas pérdidas la autoestima bruscamente de verá dañada.
El
proceso de duelo, será un proceso de adaptación a través de pasos que al ir
siendo superados permitirán aceptar la nueva situación.
En
su proceso de duelo el amputado pasará por el estado de shock inicial,
inmediato al evento traumático, donde podrá sentirse aturdido, alejado de la
realidad, en un estado de sopor etc. posteriormente entrará en la “fase de
la negación” donde no aceptará lo sucedido con pensamientos como “esto no
me está pasando a mí”, “estoy bien, no pasa nada”, “sigo siendo el mismo”
Posteriormente vendrá la “fase del enojo” donde buscara culpables,
sentirá rabia, podrá auto culparse, aparecerán los “hubiera”, “si hubiera hecho
esto o aquello”; Después vendrá la “fase depresiva” donde buscara estar
solo, evitara el contacto con los demás, preferirá estar en casa que salir,
podrá tener alteraciones del sueño, insomnio, pesadillas, tristeza,
manifestaciones de llanto, cambios bruscos de estado de ánimo, desesperación
por no poder realizar las actividades que antes hacía, después pasara a la “fase
de aceptación y adaptación” en esta momento comenzará afrontar
cognitivamente sus nueva condición, se irá adaptando a su situación y se
irá reintegrando paulatinamente a su medio social. Este proceso podrá
tener altibajo s, variará dependiendo la personalidad del amputado y de las
redes de apoyo así como de la atención profesional recibida.
Las
consecuencias psicológicas de la amputación y las fases de duelo podrán mezclarse
también con síntomas de ansiedad y estrés relacionados con el evento
traumático vivido, es posible que aparezcan síntomas del trastorno por estrés
agudo o del trastorno por estrés postraumático.