Tatuajes y delincuencia
organizada.
Aún cuando la sociedad está
cambiando su actitud hacia los tatuajes, aún cuando los tatuajes en la
actualidad han dejado de realizarse de manera exclusiva en las cárceles y ha
pasado a establecimientos en las calles céntricas de las ciudades, y aún cuando
las personas están dejando de pensar que todo aquel que esta tatuado es un
delincuente y su tatuaje es una evidencia de su paso por la cárcel. La realidad
de los tatuajes es muy compleja. Es completamente cierto que muchos jóvenes
marcan su piel por moda, pero también sigue siendo una realidad que en las
cárceles los presos también marcan su piel, y también es un hecho que muchos
jóvenes se tatúan una misma imagen o un tatuaje en particular para sentirse
identificados con su grupo de amigos, expresando su necesidad de identificación
y pertenencia. Y esto último los miembros de la delincuencia organizada lo saben
y lo utilizan en la práctica de manera cotidiana. Basta mencionar a los
integrantes de las pandillas del Salvador, los llamados Maras Salvatruchas,
para quienes la conducta de tatuarse tiene un especial significado y una
relevancia importante, llegándose a mencionar que no cualquiera de sus integrantes
se pueda tatuar cualquier cosa, ya que para ellos cada tatuaje tiene un
especial significado.
Por otra parte entre cada
pandilla llegan a tener un tatuaje que identifica a sus propios integrantes y
ellos conocen a su vez algunos tatuajes de sus pandillas rivales.
Al respecto en la práctica
profesional, se han observado algunas prácticas reveladoras. Se han obtenido
datos como por ejemplo de que algunos cárteles de la droga reclutan jóvenes en
sus filas y como parte del proceso de integración piden, e incluso obligan, a
estos nuevos integrantes a tatuarse. Este es el testimonio de algunos de esos
jóvenes:
“Nos tenían en una casa y nos
estaban enseñando qué debíamos hacer, y un día trajeron a una persona para que
nos tatuara a todos, el que no quería lo tableaban, y nos decían, -tienes que
trabajar con nosotros porque con ese tatuaje ya no te van a dar trabajo en
ninguna parte”.
Por otra parte otra persona
comento:
“Iba caminando para mi casa y de
repente se paró una camioneta y bajaron unos hombres armados y me subieron a la
camioneta, me preguntaron que para quién trabajaba y me quitaron la camisa para
ver si traía tatuajes”.
Así entonces, cuando estamos
evaluando a una persona, y ésta tiene marcas de tatuajes, debemos ahondar en la
entrevista acerca del origen, circunstancias y significado de tales marcas.
Claro está, sin prejuicios, pero de manera objetiva. Sin temor a equivocarme de
dichos tatuajes, siempre afloran datos importantes de la historia de vida de
aquel que tenernos enfrente y de su personalidad, y en algunos casos, desgraciadamente
para los defensores de los tatuajes, de sus psicopatologías y sus
comportamientos antisociales.