En esos casos encontré que dos personas que sufrieron un mismo evento traumático no presentaban las mismas consecuencias emocionales, llamaba mucho mi atención como algunas de estas personas se mostraban con un estado emocional completamente afectado, mientras que otras, no solo no mostraban síntoma alguno de alteración psicológica, sino que llegaban incluso a manifestarse sorprendentemente tranquilas y lucidas y aún más, fortalecidas con la experiencia vivida, como mostrando haber superado un obstáculo más en su vida. Hubo incluso algunas que llegaron a bromear sobre la situación.
Inicialmente llegué a pensar incluso que estaban inventando o mintiendo en relación a su versión de los hechos, pues el sentido común indica que cualquier víctima de un evento traumático o delictivo debe presentar síntomas relacionados con ansiedad, tristeza, depresión, miedo, temor, llanto, etcétera y que de no presentarse estos estados emocionales significaría que estos no sucedieron o incluso que se ha realizado un denuncia falsa.
Incluso la literatura relacionada con los diferentes tipos de actos delictivos, los libros y artículos científicos sobre violación, tortura, secuestro, abuso sexual infantil, agresiones físicas, violencia intrafamiliar, etcétera, casi siempre son catálogos de la sintomatología que las víctimas de estos eventos van a presentar. Pocos autores hacen la aclaración de que pueden existir personas en las cuales no aparecerá una afectación psicoemocional como secuela de una agresión sufrida o de un evento traumático vivido.
Las personas que no presentan alteraciones emocionales después de haber vivido un accidente o evento violento no significa que no sean víctimas de tales hechos, sino que presentan una característica de personalidad conocida como Resiliencia, la cual les da la fortaleza psicológica de sobrevivir situaciones adversas.
Esta característica de personalidad hace que niños que han sido víctimas de abuso sexual infantil, mujeres agredidas sexualmente, hombres torturados, empresarios secuestrados logren seguir adelante con sus vidas como si nada hubiera pasado mientras que otras personas se hunden en profundas depresiones, o son diagnosticadas con trastornos de ansiedad o del tan mencionado síndrome de estrés postraumático.
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