jueves, 17 de septiembre de 2009

¿Cómo selecciona el pedófilo a su víctima?

"El ofensor sexual que siente el impulso de satisfacer sus impulsos sexuales con un menor va a tener que seleccionar a su víctima de la misma manera que lo haría cualquier criminal, no va a exponer su vida o su libertad de manera tan insensata como para hacerlo con el primero que se le aparezca. Tiene que haber un pensamiento previo o bien una preparación.
Cuando se trata de seducir o conseguir la aceptación sexual de un infante o menor de edad, es decir, la aceptación de ser violado en la intimidad emocional o física, el niño tiene que tener ciertas características. Definitivamente el agresor sexual no lo haría con todos.
Todos los niños tienen diferente carácter, existen niños que no se dejarían tocar ni un cabello y otros que pueden ser víctimas y pueden sucumbir ante una tentativa de abuso. Estos niños van a presentar muchos síntomas en la personalidad: la timidez, el retraimiento, el aislamiento, quizá la falta de alegría de vivir, la aparente necesidad de protección. Estos en la mira de un pedófilo son la víctima ideal y va a empezar el proceso de seducción en el que se acercaran y dirán: ¿Qué te pasa? ¿Que tienes? ¿Que necesitas? Yo te puedo ayudar, yo puedo ser tu amigo, yo te quiero. Así van ganando la confianza de la víctima. Éste no es el violador desconocido que se va a encimar brutalmente sobre el cuerpo de la víctima. No, aquí hay otro proceso en el que se selecciona a la víctima porque la víctima al igual que el ofensor también tiene una patología". (Lammoglia, 2002).
Existen personas que no saben manejar sus instintos y se fugan en el momento de peligro haciendo actos insensatos. Lo mismo ocurre con muchas víctimas del abuso sexual que se quedaron paralizadas porque no supieron manejar su emoción y se evadieron por caminos falsos. Como el silencio, la prudencia o la parálisis.
Una vez que esto sucede, viene el sentimiento de culpa y cuando éste se desarrolla es un freno para todo. Provoca un pánico que mantiene a la víctima callada. La víctima piensa que fue ella quien propició todo. Y esto es lo que buscaba el pedófilo, un niño con un patología que le impidiera evitar sus ataques, pero sobre todo un niño que pudiera manipular y que no lo delatara.(Lammoglia, 2002).

lunes, 14 de septiembre de 2009

Resiliencia y Psicología Forense

En la práctica profesional como Psicólogo Forense me ha tocado en varias ocasiones evaluar a dos o más personas víctimas de un mismo suceso traumático o delictivo. Pasando por el abuso sexual infantil en dos hermanos, a la tortura a dos internos de un reclusorio o al secuestro de cinco personas en momentos diferentes pero por una misma banda de secuestradores, entre otros casos, en estas intervenciones me he encontrado con algo que inicialmente me sorprendió y que ahora comprendo.

En esos casos encontré que dos personas que sufrieron un mismo evento traumático no presentaban las mismas consecuencias emocionales, llamaba mucho mi atención como algunas de estas personas se mostraban con un estado emocional completamente afectado, mientras que otras, no solo no mostraban síntoma alguno de alteración psicológica,  sino que llegaban incluso a manifestarse sorprendentemente tranquilas y lucidas y aún más, fortalecidas con la experiencia vivida, como mostrando haber superado un obstáculo más en su vida. Hubo incluso algunas que llegaron a bromear sobre la situación.

Inicialmente llegué a pensar incluso que estaban inventando o mintiendo en relación a su versión de los hechos, pues el sentido común indica que cualquier víctima de un evento traumático o delictivo debe presentar síntomas relacionados con ansiedad, tristeza, depresión, miedo, temor, llanto, etcétera y que de no presentarse estos estados emocionales significaría que estos no sucedieron o incluso que se ha realizado un denuncia falsa.

Incluso la literatura relacionada con los diferentes tipos de actos delictivos, los libros y artículos científicos sobre violación, tortura, secuestro, abuso sexual infantil, agresiones físicas, violencia intrafamiliar, etcétera, casi siempre son catálogos de la sintomatología que las víctimas de estos eventos van a presentar. Pocos autores hacen la aclaración de que pueden existir personas en las cuales no aparecerá una afectación psicoemocional como secuela de una agresión sufrida o de un evento traumático vivido.

Las personas que no presentan alteraciones emocionales después de haber vivido un accidente o evento violento no significa que no sean víctimas de tales hechos, sino que presentan una característica de personalidad conocida como Resiliencia, la cual les da la fortaleza psicológica de sobrevivir situaciones adversas.

Esta característica de personalidad hace que niños que han sido víctimas de abuso sexual infantil, mujeres  agredidas sexualmente, hombres torturados, empresarios secuestrados logren seguir adelante con sus vidas como si nada hubiera pasado mientras que otras personas se hunden en profundas depresiones, o son diagnosticadas con trastornos de ansiedad o del tan mencionado síndrome de estrés postraumático.