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viernes, 14 de junio de 2013

Victimas falsas

Día lunes por la tarde. Me solicitan en una agencia del ministerio público para atender una diligencia ministerial.
La petición formal: “…estar presente durante la toma de declaración de cuatro víctimas del delito de secuestro  y las asista psicológicamente durante el desahogo de la misma”.
De la asistencia en declaración a las cuatro víctimas resalta un aspecto en una de ellas.
Las tres primeras víctimas.
En la entrevista previa con tres de las víctimas, se les observó en mal estado físico y emocional. Se encontraron en malas condiciones de higiene, con mal olor corporal, los tres estaban descalzos y con la ropa sucia y rasgada, se observó a simple vista  huellas de maltrato físico, heridas y llagas en las muñecas y los tobillos por el uso de esposas metálicas o algo similar.  Ser observaron hambrientos, temerosos y  angustiados. Los tres refirieron haber sido “levantados” de su casa el viernes por la noche. Se los llevó un grupo de personas armadas para “investigarlos” y saber a qué se dedicaban y para quién trabajaban,  porque estaban indagando si trabajaban para los “contras”.  Durante todo el tiempo los mantuvieron atados y con los ojos vendados dentro de una camioneta en movimiento.
Los tres manifestaron que esa misma mañana, escucharon que sus captores se encontraron con unos elementos de la policía, y trataron de huir de ellos, en la persecución la camioneta donde iban se impactó con otro vehículo, en ese momento sus secuestradores descendieron de la camioneta y corrieron, dejándolos a ellos tres atados dentro del vehículo.
La cuarta víctima.
La  persona se observaba en adecuadas condiciones de higiene y aseo personal, su ropa se encontraba en buen estado. No manifestaba dolor,  no tenía huellas de violencia física.  Sus muñecas y tobillos no tenían indicios de haber sido maniatada o esposada.
Entrevista previa: “tengo 17 años, vivo sola desde los 14 años, mi papá me manda quinientos pesos a la semana. Mi mamá vive con un señor que trabaja en un circo y viajan mucho, ella me manda mil o mil quinientos pesos de vez en cuando.  No trabajo ni estudio,  bueno, si estoy en la escuela pero a veces voy y a veces no voy. Yo pago la renta, me hago de comer y pago todos mis gastos con lo que me dan mis papás,  vivo sola pero a veces va mi hermano de 16 años a verme, él vive en casa de mi papá. Mi papá trabaja en una fábrica, pero no sé el nombre. Vivo en la colonia … (titubea) no me acuerdo cómo se llama la colonia donde vivo,  es la calle X, no recuerdo el número ….creo que es… ¿96?... …¿169?.... creo que es el número 196…no estoy segura” (sic). Posteriormente se le preguntó si tenía un número telefónico para comunicarse con sus familiares a lo que respondió negativamente.
Sobre su “secuestro” manifestó: “el  viernes  iba a visitar a mi mamá a otra ciudad cerca de aquí, me subí al camión para ir a la central camionera, pero por descuido me pasé de donde tenía que bajarme y tuve que caminar varias cuadras de regreso, ya traía el boleto del autobús, salía a las 5:30 de la tarde  para la ciudad donde viajaba, de repente se paró una camioneta con hombres y me subieron, y me estuvieron preguntando que de dónde era, que a dónde iba, que porque traía tanto dinero, traía más de mil pesos, me vendaron los ojos y me retuvieron con ellos desde el viernes hasta hace un rato, pero ya me habían quitado la venda de los ojos porque ya me iban a soltar, cuando se encontraron con los policías, yo venía sola en la camioneta de atrás, como ya no pudieron avanzar se bajaron y ahí me dejaron” (Sic).
Durante su versión se observó desconfiada, cuidadosa en lo que decía y atenta en todos los movimientos de las otras tres víctimas. Después de que terminó la entrevista previa, se acomodó en su silla y dormitó un rato.
Un rato después, llegó un muchacho de aproximadamente 16 años en compañía de dos muchachas más y tímidamente preguntó: ¿Quién me puede dar informes de mi hermana? ¿Me podrían decir porque está detenida y de qué se le acusa? Mi primer pensamiento fue ¿Cómo sabe que está detenida si se supone que fue secuestrada desde el viernes de la semana pasada?
Cuando personal de la institución lo recibió para atenderlo, el muchacho afirmó descuidada e ingenuamente: “es que mi hermana trabaja para el crimen organizado”.
Ya no me enteré qué ocurrió jurídicamente con la “cuarta víctima”,  pues mi intervención consistió únicamente en brindarle asistencia psicológica como víctima del delito de secuestro durante su declaración.
Aquí lo interesante del asunto, es ilustrar cómo durante la práctica de la Psicología Forense el perito psicólogo se encontrará frecuentemente con personas que al encontrarse cometiendo un delito y darse cuenta que están a punto de ser detenidos y no haber forma de escapar simulan ser víctimas. Esto lo he observado particularmente en secuestradores y tratantes de personas que en el momento de estar cuidando a sus víctimas son sorprendidos la policía. Sabiéndose perdidos y a punto de ser detenidos se colocan junto a los secuestrados, algunos incluso se vendan los ojos y se colocan las esposas ellos mismos.
Estas falsas víctimas manifiestan un comportamiento simulador con el cual intentarán evadir su responsabilidad penal al haber verse involucrados durante la comisión de un delito. Por lo tanto se debe estar atento y actuar con responsabilidad, objetividad y tacto al momento de detectar estas conductas en nuestros evaluados.  Mi recomendación es nunca confrontar a nuestros entrevistados. Nunca hacerles ver que “los hemos cachado en sus mentiras”,  esto no es adecuado y se corre el riesgo de poner a la defensiva al entrevistado y que éste reaccione inadecuadamente contra nosotros, ya sea agresivamente  o interponiendo incluso una queja contra nosotros por una mala actuación como servidores públicos ante alguna autoridad competente.  A pesar de  que se detecten comportamientos de simulación la evaluación psicológica se debe llevar a  cabo de manera regular y finalmente manifestar lo encontrado en el dictamen pericial.